Lo que hace algo más de dos meses, al comienzo del confinamiento, parecía algo muy lejano, hoy se ha convertido en la “nueva normalidad”. Madrid ha comenzado la Fase 1 de la desescalada, se podrán realizar actividades como reuniones de hasta 10 personas, paseos en familia o viajar dentro de la región. Pero, no a todas las personas les agrada esta posibilidad: el miedo al contagio por Covid-19 sigue latente y en este artículo vamos a dar unos consejos para superar tanto esta situación como otras en las que el miedo dificulte nuestra toma de decisiones.
En primer lugar, debemos ser conscientes de que el ser humano tiene una capacidad innata de adaptación a situaciones nuevas que facilita la superación de las dificultades emocionales derivadas de las mismas. Algunas situaciones no dependen de nosotros y, por tanto, no podemos hacer nada para cambiarlas, pero sí para modificar el transcurso de su evolución.
Al igual que para la situación de confinamiento nuestro cuerpo se tuvo que acostumbrar, esta nueva fase (u otras situaciones nuevas que nos despierten inseguridad), requerirá también un periodo de adaptación: debemos ir incorporando las nuevas actividades a su ritmo, sin obligación de hacerlo y sopesando si deseamos o no tomar la decisión.
Si bien el miedo puede protegernos en determinadas situaciones, no enfrentarse racionalmente a él produce bloqueo, ansiedad e inseguridad. Pensar con claridad y racionalizar el miedo es fundamental para aprender a manejarlo: no te sobrecargues de información que no puedes comprender, cree a fuentes fiables y habla de tus inquietudes con personas de confianza. Ello te ayudará a comprender qué parte de tu miedo tiene un fundamento real y qué parte irracional.
Por ejemplo, puedes programar semanalmente una visita familiar con tus seres queridos o salir con alguna amistad de confianza a dar un paseo. Además, intenta charlar sobre cualquier tema que no esté relacionado con el virus (o tu motivo de miedo) y así te despejarás y disfrutarás mucho más del momento.
Poco a poco veremos que esta situación va mejorando y que nos adaptamos a ella con mayor facilidad. Para ello, tener una actitud positiva y proactiva te será de gran ayuda.
Un ejemplo de adaptación a esta situación la encontramos en las y los jóvenes, quienes han debido modificar de un día para otro estudio, relaciones sociales, nuevas rutinas, actividades de ocio, … A pesar de la dificultad, han seguido formándose de manera extraescolar y empleando las tecnologías de la comunicación para establecer esos vínculos que antes eran presenciales.
Hoy, los y las jóvenes valoran la importancia del ámbito de la salud, la educación, el empleo, la igualdad y la inclusión social. También, destacan entre sus intereses la conservación del medioambiente, la cultura y la participación juvenil dentro de los municipios.
Esta actitud proactiva de afrontamiento ante las dificultades que han mostrado las nuevas generaciones, que refleja sentido crítico e interés por su propio futuro y por el de la sociedad, nos hace pensar que un mundo mejor (y sin miedo) será posible. A por él vamos.