Desde la revolución del “.com” hemos visto cómo cada año se van sumando al mundo digital más y más cuestiones relacionadas con el día a día. La generación que se jubilará este año no concebía en su tiempo poder tener una videoconferencia en tiempo real con un aparato que cabe en un bolsillo desde un pueblo remoto. Por otra parte, la generación que nace este mismo año, posiblemente, no llegará a utilizar el dinero en efectivo.
Vivimos en este lapso temporal donde se está produciendo un cambio de paradigma nunca visto donde, por desgracia, si no dominas la tecnología, te quedarás fuera. Y esto está ocurriendo en tiempo récord.
Todo esto se ha visto acrecentado con la excusa del Covid-19. De una semana para otra, las familias debían disponer de equipos informáticos, conocimientos y recursos para poder seguir la terea escolar. Webcams, escáneres, periféricos varios, conexión a internet, etc. Suponiendo que ya se contase con un ordenador. Todo lo anterior suponiendo que en el hogar hubiera un o una menor. Ahora imaginemos hogares con 3 o 4, cada una de su curso, con sus horarios para conectarse a las clases y sus diferentes tareas. Hay familias que no han tenido que imaginarlo y simplemente han tenido que resignarse y adquirir los equipos necesarios o, en caso de no poder, verse forzadas a ver cómo la educación de sus hijos e hijas se ralentizaba.
Por otra parte, las personas mayores han visto reducida casi a la inexistencia la posibilidad de realizar sus gestiones cotidianas de manera presencial. Muchas de ellas sin teléfonos inteligentes u ordenadores en casa, otras muchas con aparatos, pero sin certificados electrónicos, etc. Se llegó a dar una situación tan surrealista como tener que solicitar una cita previa por internet para poder ir a gestionar una cita presencialmente al centro de salud, entre otros muchos ejemplos que seguro que también os vienen a la cabeza. Sucursales que cierran para obtener más beneficios económicos mientras dejan a los clientes con la responsabilidad de utilizar una app o bien cambiar su cuenta bancaria a otro distrito. Realizar un cambio de padrón municipal, un ajuste en el contrato de suministro energético, obtener una cita médica, etc. Son innumerables las cuestiones que cada día son menos accesibles presencialmente y que obligan a dominar las tecnologías o, en otros casos, a depender de terceras personas que puedan realizar la gestión en su nombre.
Éstas son las principales motivaciones detrás de la creación del proyecto Brecha Digital. Éste tiene el objetivo de fomentar la conciliación familiar paliando las consecuencias derivadas de la rápida digitalización social sin alternativa analógica o presencial. Para las familias y para las personas mayores a través del aprendizaje de herramientas y habilidades digitales, reparando equipos que pueden reutilizarse de nuevo, actualizando equipos funcionales y comprando equipos nuevos para no dejar a nadie atrás en este camino y recorrerlo de manera sostenible. Permitiendo a las familias adaptarse rápidamente y a las personas mayores integrarlas en la esfera digital de su comunidad para que ganen autonomía desde un punto de vista socioeducativo. Que aprendan a conectarse con aquello que es de su interés, que puedan poner a su disposición las herramientas existentes en internet, permitir que sigan aprendiendo y explorando.
Favoreciendo el acceso a la tecnología y a los recursos de manera democrática, sin que las familias y las personas mayores sufran el abandono silencioso en el mundo digital. Fomentando la autonomía para evitar la dependencia de terceras personas y cuidando el medio ambiente. Así ha sido la primera edición del proyecto Brecha Digital en la que han participado familias y personas mayores de Distrito Retiro durante sesiones teórico-prácticas desarrolladas en el mes de noviembre. Familias y personas mayores que hoy, y cada día más, están más presentes en la esfera digital.